martes, 2 de agosto de 2011

MÉDICOS Y MÉDICAS

A todos los jóvenes y jóvenas (por aquello de la igualdad, no se me vayan a soliviantar las feministas y alguna que otra ministra mal espolvoreada en la cama):

   Ejercer la MEDICINA, la ENFERMERÍA, o cualquier oficio del ramo relacionado con la salud, ha sido siempre -y debería ser- uno de los fines más nobles a los que poder aspirar. Significa darlo todo, tu ánimo, tu esfuerzo, tus conocimientos, por la VIDA de otros seres humanos. Significa tratar con las personas en momentos malos, cuando lo peor de cada uno parece a punto de aflorar... Es una profesión que requiere, además de sabiduría universitaria, sabiduría HUMANA. Amar a tus semejantes, por encima de todo; y estar dispuesto a acompañarlos en los peores trances.
   Así que DEJAD DE ESTUDIAR tales carreras porque resulte que es lo que está de moda, es lo que hizo mi papaito, hay trabajo en el sector, o queda divino de la muerte en las series de TV. donde TODOS se lian con TODAS y se enamoran perdidamente. DEJAROS DE HOSTIAS, pandilla de snob irresponsables y subnormales. Ser MÉDICO significa salvar vidas, tener el concepto de la VIDA por encima de todo lo demás.
   Ser MÉDICO es mancharse de sangre, de orines, de fluidos corporales, aguantar malas contestaciones de gente que pierde los nervios porque tiene miedo, está asustada, o no sabe que le pasa. Ser MÉDICO es responder a la misma pregunta mil veces, con paciencia y una sonrisa. SER MÉDICO es para siempre, y no tiene horarios. Es todo eso y mucho más...
   Así que aplicaros el cuento, imbéciles descerebrados. Azares de la vida me han llevado a conocer a un buen número de médicos de última generación, por eso sé de lo que hablo (salvando honrosas excepciones, que siempre las hay).
   Si no os gusta tratar con la gente, con ese abuelo que ya no rige y saca de los nervios, con ese paciente que va sucio o huele mal, con ese otro que se cree que sabe más que tú... dedicaros a OTRA COSA. Y dejad de convertir uno de los oficios más nobles en un putiferio de mercenarios sin vocación ninguna, donde ellas van super-mega-monas esperando que el Dr. Cifuentes se de cuenta. Y ellos se pesean con el fonendo y un bronceado que ni en el Caribe, pavoneándose entre enfermeras loquitas por sus huesos.

   Y no os rasgueis las vestiduras, porque he tragado mucho en hospitales, tengo ojitos, y cada vez el espectáculo es más dantesco. Dedicaros a lo que os de la puta gana, pero no nos obligueis a ver vuestros getos con expresión de hastío, aburrimiento o prepotencia por encima de nosotros mientras estamos tumbados en la camilla, pardiez. Que no sea esa la última imagen que me lleve al otro barrio: la de un capullo o capulla sin personalidad que estudió MEDICINA o ENFERMERÍA porque Chuchi queria hacerlo también. Su mami estaba loquita por presumir de su niño en el barrio. O creció viendo Anatomía de Grey y se masturbaba pensando en batas y enfermeros/as.

   Estais consiguiendo en una sola generación que la gente deje de veros como a esa figura respetable y de confianza que aparecía en tu casa a las tantas de la noche, sin importar lluvia, truenos o relámpagos, maletín en mano y dispuesta a ofrecer, además de una cura, palabras de consuelo, y os vea como a meros funcionarios, puestos ahí para ganar prestigio social y un sueldo.

   SER MÉDICO NO ES UN TRABAJO, NO ES UNA PROFESIÓN. ES UNA VOCACIÓN, que se lleva en la sangre de por vida. Y se tiene o no se tiene. Punto.

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